- ¿Sabes de dónde vengo?.
- ¿De dónde?.
- De las negras profundidades. Un lugar tan inhóspito que allí el alma humana se pierde y llega a fusionarse con la oscuridad que le rodea.
- No, no pongas esa cara de espanto. Alégrate porqué he dicho vengo y no estoy.
- ¿Cómo has podido entonces regresar de un lugar tan espantoso?.
- Por la Gracia.
- ¿La Gracia?.
- Sí. Durante años ni un pequeño atisbo de luz ni de vida fue posible ver ni intuir en ese lugar, únicamente la desesperación de la soledad y de lo tenebroso.
- No puedo ni siquiera imaginarlo.
- Pues ese lugar existe. Allí, solo, pasaba los días, todos iguales, todos vacíos... Hasta que un día, un resplandor lejano y creciente se acercó hacia mi deslumbrándome hasta cegarme. Era la Gracia, la Gracia del Señor, una mano tendida en la oscuridad a la que me agarré y que me llevó hacia Él, hacia Dios...
- Y ahora aquí estoy, renovado, ilusionado, feliz, pero sobretodo agradecido.
2 comentarios:
Buenas tardes ALFONSO:
Me alegra mucho tu comentario, pero yo no creo en las casualidades, creo que todo esta realizado por la mano de DIOS y el sabe muy bien porque lo hace.
Preciosa reflexión la que incluyes en tu blog.
Recibe un fuerte abrazo y que DIOS TE BENDIGA y te SU LUZ
Lo de la casualidad lo he escrito con ironía. Estoy totalmente de acuerdo contigo sobre los designios secretos de Dios.
Gracias por tus palabras.
Shalom para ti.
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